Artyom :
"No soy lo que hice, soy lo que no volví a hacer."

NAMEArtyom Morozov
FCChangbin FR Stray Kids
DOB01/01/1997
age28
OSHeterobasico
pronounsHe/Him.
star signCapricornio.
Apartment3º E
JobDueño del Gimnasio Bereg

✱   Story    
Nació en Odesa, Ucrania, en 1997. Hijo de madre coreana y padre ruso, su infancia estuvo marcada por la inestabilidad social y la pobreza que golpearon al país tras la caída de la Unión Soviética. Fue criado bajo los estándares severos y estoicos de su padre, un hombre duro que confundía disciplina con distancia. Su madre, en cambio, era su único refugio emocional —una presencia cálida y paciente que le ofrecía silencio sin juicio. Pero cuando Artyom tenía doce años, ella desapareció de su vida sin explicación. Nunca volvió a verla.
La adolescencia de Artyom fue solitaria y tensa. Callado, fuerte para su edad, pero sin rumbo claro, vivía en un piso gris con su padre —un hombre amargado, rígido, alcohólico a ratos, casi siempre ausente. El cariño no era una opción, y la disciplina venía en forma de gritos o puertas cerradas. Su madre ya no estaba, y con el tiempo, su ausencia dejó de doler solo porque dolía siempre.A los dieciséis años, un roce banal en un parque, una tontería se convirtió en detonante. Lo que pasó después fue rápido, desproporcionado y casi instintivo. Artyom golpeó con todo lo que tenía. Uno de los chavales quedó tendido con la mandíbula rota; el otro, con traumatismo craneal. Nada glorioso. Nada justo. Solo rabia.Cuando la policía empezó a buscar testigos, su padre reaccionó como siempre: sin emoción, sin preguntas. Solo hizo un par de llamadas. Tres días después, Artyom estaba en un tren con una mochila, un pasaporte falso y un contacto en Madrid.
No fue un acto de protección. Fue una manera de deshacerse del problema antes de que el problema salpicara.
Artyom entendió el mensaje. No era querido. Solo era demasiado fuerte para ignorarlo del todo.Llegó a Madrid sin saber muy bien por qué, solo con la certeza de que allí no era nadie y eso era, por primera vez, un alivio. El contacto que le recibió —un hombre que no preguntó nada— le dejó en la estación, le entregó una mochila, un juego de llaves y una nota escrita a mano:
“Tienes dos semanas para encontrar un piso. Luego búscate la vida.”
Se subió a un coche y desapareció. No volvió a llamar. Nadie más lo hizo tampoco.Durante meses vivió entre habitaciones prestadas, trabajos en negro y entrenamientos obsesivos. Nunca volvió a pelear. No porque no pudiera —porque no quería. El cuerpo se convirtió en su único lenguaje, su única forma de imponerse sin destruir. Fundó un gimnasio pequeño, funcional, casi anónimo, donde la fuerza no se celebra: se controla.Dejó atrás su nombre. La versión rusa, Artyom, le sabía a todo lo que no quería recordar: el frío, la rabia, su padre. Ahora se presenta como Artem. Una vocal de distancia que para él es un mundo.
Sonríe con facilidad, escucha más de lo que habla y lleva su simpatía como quien se pone un sombrero: con estilo, pero sabiendo que no es parte de su piel.

001   :       Nunca ha vuelto a hablar ruso en voz alta.
Lo entiende perfectamente, pero se niega a usarlo. Incluso corrige su acento si alguien lo identifica como del Este.


002   :       No come dulces, pero rompe la regla una vez a la semana con un pastel coreano de arroz que aprendió a cocinar él solo. Es su única herencia directa de su madre.003   :       No tiene redes sociales. Cree que mostrarse es una forma de debilidad. Dice que quien quiera conocerlo, que venga al gimnasio.004   :       Solo tiene una foto física: una foto familiar mal cortada donde sólo se le ve a él de niño y la mano de su madre apoyada en su hombro. La guarda en una caja de tabaco vacía, en su taquilla.005   :       Tiene un libro de poesía ucraniana subrayado en silencio. Nunca lo menciona, pero lo abre cada vez que algo dentro de él se tambalea.006   :       Encontró paz en los videojuegos y se convirtieron en una forma de mantener su mundo bajo control.

@Noah, Amistad. Se conocieron jugando al Final fantasy XIV.